Anteriormente en Destino: Texas...
- Phil está herido así que Donna se asusta y llama a una ambulancia. Todo fue culpa de Terry Sylvester, el camionero que al parecer tiene secretos que ocultar a la policía, ya que no quiere que su nombre salga a la luz. Aún así, Donna no tiene piedad y delata a Terry a la policía. Terry nunca llegó a subir a la ambulancia.
VAYA, UN GAS TÓXICO
Todo el mundo estaba callado en la ambulancia, mientras la silueta de Terry se iba haciendo cada vez más pequeña.
-Mamá -rompió el silencio Patrick.
-Dime, hijo.
-¿Por qué Terry no quería que la policía supiese su nombre?
-No tengo ni idea ni me importa. Si es algún criminal o algo así, si llega a la cárcel mejor. Como vuestro padre tenga algo grave, os juro por Dios que dispararé a Terry.
-Pues cuando lleguemos a Texas o a algún otro sitio preguntaré a la poli quién demonios es ese tipo. Puede que sea alguien muy malo, y como no lo encuentren vete a saber que hacen con nosotros. -dijo Noah.
-No sabe nada de nosotros, pringado. Solo le hemos dicho nuestros nombres. -se burló Patrick.
El viaje fue más largo de lo que esperaban, porque aunque la ambulancia tenía la sirena puesta, había mucho tráfico y la gente no dejaba pasar. Hubieron muchísimos minutos de silencio.
-Donna... -de repente Phil Wans despertó.
-¿Phil? ¡Phil, dios mío!
La ambulancia paró en un hospital llamado Sentara Leigh Hospital, en el corazón de Virginia Beach. Los médicos sacaron a la camilla de Phil fuera de la ambulancia y lo entraron en el hospital. Donna lo seguía al lado de su camilla, casi llorando. Patrick y Noah también lo seguían, aún así un poco más distanciados que su madre. La verdad es que todos estaban muy asustados, podía ser una pequeña infección o una cosa muy grave.
La camilla de Phil entró en una sala y Donna intentó ir tras él.
-Lo siento, señora Wans, no puede entrar -dijo el médico.
-Es mi marido, ¡tengo que saber qué le harán! -protestó.
-No somos asesinos, señora Wans. Todo irá bien, cálmese. La avisaremos a usted y a su familia en cuanto sepamos los detalles. Mientras tanto, esperen aquí, no va a tardar más de media hora.
Donna, Patrick y Noah esperaron en la sala de espera, sentados en butacas negras dentro de una sala con muchísimo aire acondicionado. Tanto, que todos llevaban chaquetas y abrigos puestos.
-Mamá, ¿cuando llegaremos a Houston? -preguntó Noah
-Tarde. No vamos a salir de aquí hasta mañana, si todo va bien, claro.
-¿Crees que papá estará bien? -se preocupó Patrick
Donna se acercó a sus hijos y les abrazó. Más tarde, les dijo:
-Evidentemente que estará bien. Vuestro padre es el hombre más fuerte que he conocido jamás. Sin él, gran parte de las cosas en mi vida no hubieran sido tan fáciles. Es un gran hombre, por dentro y por fuera.
Justo en ese momento, el médico salió de la sala y se dirigió a los Wans con una pequeña sonrisa.
- ¿Familia Wans? -empezó
- Sí, somos nosotros. -dijo Donna
- Hola -el doctor le estrechó la mano a Donna- soy el doctor Hastings. Vengo a explicarles grandes noticias. Su marido, señora Wans, no ha sufrido ningún tipo de daño. Es más, ahora ya casi está despertando del todo.
- ¿Qué? -a Donna le saltó alguna lágrima de alegría- ¿qué es lo que ha pasado?
- Su marido ha sufrido una leve lesión de gas en los pulmones, pero hemos hecho una intervención y ahora está perfectamente. Al parecer, había un gas tóxico dentro del coche donde ustedes viajaban.
- Un... ¿Un gas tóxico? -se extrañó tanto Patrick que de repente se le abrieron los ojos como naranjas.
- Exactamente. Si hubieran venido 30 minutos - 1 hora tarde, dudo mucho que él estuviera aquí ahora.
- Perdone, doctor. -empezó Donna- debe de haber algún error. Nosotros llevábamos más de tres horas de viaje, y no paramos hasta lo de la línea de estado, y yo y mis hijos estábamos y estamos bien.
- Pues, desde que ustedes bajaron del coche, debió de haber entrado algún gas tóxico, como les he dicho. Estuvieron en contacto con bebidas alcohólicas y/o alimentos extraños?
- No. No, en absoluto.
- ¿Puede decirme cuantos eran en el momento de...?
- Terry. -interrumpió Noah.