LA MALDITA LÍNEA DE ESTADO
Sobrepasando la zona este de los Estados Unidos, los Wans ya llevaban más de dos horas de viaje hacia su destino. No hablaban demasiado. Sencillamente, Phil conducía, Donna leía, Noah dibujaba y leía a la vez y Patrick escuchaba
Queen y éxitos de los 80s.
A las cuatro horas de viaje, Noah dijo una de las primeras palabras en todo ese trayecto.
- ¡Familia! Ahora mismo pasará una cosa súper emocionante.
- ¿Cuál? -respondió Donna muy interesada.
- De aquí más o menos un cuarto de hora cruzaremos la línea de estado entre Maryland y Virginia.
- Chupi. -respondió Patrick con sarcasmo.
- Ah, pues es muy emocionante, la verdad. Nos podemos todos bajar del coche y, de un solo paso, cruzar la frontera de un estado a otro!! No es emocionante? Vamos, familia! -intentó convencer Noah.
- Si te hace ilusión, hermano... -dijo Patrick
- Pues sí, me la hace, y mucho. Papá, tu te quedas en el coche y tus hijos y mamá bajamos, está bien?
- Claro.
Los Wans (realmente, solo Noah) estaban impacientes por la "línea de estado" de la cual había hablado Noah. Jamás habían recordado sobrepasar un estado independiente, o al menos, que ellos recuerden, ya que lo hicieron de muy pequeños.
- ¡Es la hora!
Los Wans se bajaron del coche, los únicos que tenían una sonrisa en la cara eran Noah y su madre, ya que Donna solía tomarse las cosas con mucho orgullo.
Los tres identificaron una gran ralla gigante y gruesa de color blanco dibujada en el asfalto color carbón de Maryland. Los tres se pusieron en fila, y, al igual que algunas familias de alrededor, caminaron un solo paso, cruzando la frontera entre dos estados estadounidenses, en este caso, Virginia.
- Cariño... -exclamó Phil desde el coche.
- ¿Qué? -respondió Donna, confusa.
- No queda gasolina.
- ¿Cómo? ¿Cómo que no queda gasolina?
- Pues eso, no podemos hacer nada. No podemos hacer ni un solo metro más con este coche.
- ¿Me dirás tu ahora mismo que vamos a hacer? Porque esto es tu culpa.
- Y es que ahora tendremos que llamar a la grúa.
- Phil, no podemos, estamos en otro estado, no podemos llamar, necesitamos el permiso de la operadora y el edificio central está como a diez kilómetros de aquí. ¿Te parece normal? Porque, te recuerdo que nosotros tres íbamos a entrar de nuevo al coche, de modo que yo tengo las llaves, así que ahora nadie puede entrar ni salir del coche, y nos tendremos que esperar aquí con todo el calor hasta que venga la grúa, o a andar hacia la oficina central a por el permiso de llamada o, directamente, a una gasolinera.
- Mamá, ¿no podemos entrar en el coche? -dijo Patrick, enfadado.
- No, una vez salimos, no pudimos volver a entrar.
- Esto es culpa tuya, idiota!!! -gritó a su hermano.
- ¿Culpa mía? ¿Por qué?
- Si tú no hubieras tenido la estúpida idea de salir a cruzar la maldita línea de estado ahora podríamos entrar en el coche, gracioso.
- Vamos, chicos no os peleéis. Vamos a buscar la manera de qué hacer, ¿está bien?
CONTINUARÁ...